sábado, 28 de junio de 2008

Monse se fue


Que dios te bendiga, era la frase con que acostumbraba terminar una conversación y siempre quise ahondar en el verdadero significado e intención de esas palabras que de parte de ella sé que no eran prefabricadas. Luego de verla en medio de su agonía y tan agradecida al señor en lugar de reclamar y exigir salud como la mayoría lo hacemos cuando preguntamos "Por qué a mí", creo haber entendido en parte lo que su mensaje llevaba.

A Monse la conocí cuando ingresó al claustro de maestros del que yo formaba parte hacía tiempo; aunque ella de Física y yo de Letras, siempre tuvimos puntos de coincidencia y conforme pasaban los años, encontrábamos más. Después supe que era prima de una gran amiga de la infancia, Corina quien le dijo que seguro al saber que era su pariente yo la iba a querer más y así fue.

Tengo cáncer y necesito que estén a mi lado mañana cuando me den el primer tratamiento, mandó decir con mi hermana que le practicó unos análisis clínicos antes de su primera dosis de quimioterapia, no pude estar ahí porque la maldita rutina me envolvió como lo hace tan a menudo.

La vi, la contacté por messenger, muy pocas veces porque se le dificultaba tanto hablar o leer así como mantenerse frente a la computadora. Cuando pasó un año de su pesadilla y los resultados decían que estaba aliviada, fuimos ella, Josefina y yo a tomar un café, pero según yo y en el fondo sabía que su cura total no podía existir porque el mal se encontraba en sus pulmones. Qué ironía, una persona entregada a sus hijos, trabajo, dios, haciendo el bien a quien pudiera y verla afectada de los pulmones cuando jamás probó siquiera el cigarro. Luego se preguntan los jóvenes que apenas empiezan a tomar el cigarrillo como un símbolo de grandeza e importancia, qué de malo hay con el tabaco. El cigarro mata, pero no fue el tabaco lo que enfermó a mi amiga Monse.

Siempre llamaba la atención la voz rasposa que la caracterizaba, a veces fue causa de quejas por parte de sus estudiantes, nunca lo relacioné con su mal ni sé si haya tenido qué ver, pero parecía que estaba afónica como consecuencia de algún mal en la garganta y era permanente.

Finalmente se fue del colegio a la universidad con estudiantes mayores y su ausencia se sintió, nos seguimos hablando y escribiendo muy esporádicamente. Cursó la maestría en eduación y estaba en plena actividad docente porque era su vocación. Cuánta ilusión le hacía volver a las aulas después de que su cabello creció y empezó a sentirse más fuerte. Pocas veces nos comunicamos, la rutina me envuelve como les dije antes y ahora desde aquí desearía poder regresar el tiempo y estar con ella, seguramente que su esposo y familiares no supieron que éramos amigas porque nadie me dijo a tiempo que agonizaba o que murió sino hasta ayer por casualidad. Algo pesado sentí que caía sobre mí cuando me notificaron y desde entonces tengo conmigo su imagen y un dolor combinado de paz, la que ella me compartió tantas veces y que ahora sé que era para que pudiera se capaz de aceptar su partida,entender que se fue a otro lugar donde no hay sufrimientos y si es que hay cielo, estoy segura de que ahí es donde se encuentra y que entró directamente con pase automático.

Que dios te bendiga amiga, vivirás dentro de quienes te conocimos y llevamos un poquito de ti. Adiós Monserrat González y que ya estés descansando en paz.

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