Qué tal amig@, qué me cuentas de...
Resulta que según la tradición en la didáctica de la literatura se hace necesario contemplar primeramente los contenidos que se van a enseñar, para luego evaluar con exámenes, reportes de lectura y ensayos. No me negarán que los tres casos constituyen un verdadero dolor de cabeza para los jóvenes que cursan la educación media superior.
Hemos sido expertos en "obligar a que hagan" con tal de obtener buenas notas o por lo menos aprobatorias. En el mejor de los casos, la mayoría lo hará como un acto de obediencia hacia quienes tenemos el poder de decisión para que aprueben.
No veo satisfacción de mi parte ni de mis colegas ante los resultados. Los jóvenes han aprendido a pasar la materia ante todo y en múltiples ocasiones nos engañarán diciéndonos que el libro que leyeron fue maravilloso o que con la clase de literatura por fin lograron descifrar lo que la vida quiere para ellos o que se sienten iluminados con las enseñanzas de tal o cual autor. No les crean, casi siempre es mentira.
Es responsabilidad nuestra seguir con la tradición de hacer creer que la literatura es un aburrimiento y una pérdida de tiempo. Hace poco descubrí con sorpresa que en un blog alguien le contestaba a un participante que era un "huevón" que se pasaba la vida perdiendo el tiempo con sus lecturas. Aunque me dio un poco de risa porque conozco a quien le pusieron ese adjetivo y que para nada se lo merece, me empecé a cuestionar de nuevo lo tantas veces meditado, ¿no seremos los profesores de lengua y literatura causantes en parte de este concepto de la lectura? ¿No estaremos acostumbrándonos a ese tipo de motes? ¿Qué has innovado si eres profesor o qué innovaciones has visto si eres estudiante en la forma en que te enseñan la literatura?
Con cierta frecuencia he descubierto que hay profesores de literatura que no leyeron más allá de un libro por año, hecho verídico y constatable eh. Pues con razón. Nadie da lo que no tiene y en esto de leer hay que tomarle cariño al asunto y si no, cómo.
Para empezar, se me ocurre que hay que enseñarla para el disfrute, no para la repetición memorística de datos referentes a la obra. Después, disfrutar verdaderamente lo que se predica o si no, no nos lo creerán, es muy notorio cuando alguien finge interés. Partiendo de este nuevo objetivo de disfrutar, así como se disfruta la música y otras artes, entender a través de la lectura y aprender a partir de ella. Los libros tienen tanto por decir. Encierran cuestiones tan cotidianas como las que vivimos hoy y qué decir de los sentimientos. Inspirados poetas se las ingenian para construir poemas que me parecen un reto fenomenal, pues son capaces de dar voz a lo que llevamos en nuestro interior.
No quiero, que conste, eliminar ni los exámenes ni los reportes de lectura o proyectos, no. Lo que cuestiono son las estrategias para llevar a los jóvenes al análisis y entendimiento para luego de recrear, gozar la lectura y no seguir con la honrosa tradición de ser los aburridos profesores de lengua y literatura, un mal necesario y obligatorio en la vida escolar.
Y tú, qué me cuentas
Resulta que según la tradición en la didáctica de la literatura se hace necesario contemplar primeramente los contenidos que se van a enseñar, para luego evaluar con exámenes, reportes de lectura y ensayos. No me negarán que los tres casos constituyen un verdadero dolor de cabeza para los jóvenes que cursan la educación media superior.
Hemos sido expertos en "obligar a que hagan" con tal de obtener buenas notas o por lo menos aprobatorias. En el mejor de los casos, la mayoría lo hará como un acto de obediencia hacia quienes tenemos el poder de decisión para que aprueben.
No veo satisfacción de mi parte ni de mis colegas ante los resultados. Los jóvenes han aprendido a pasar la materia ante todo y en múltiples ocasiones nos engañarán diciéndonos que el libro que leyeron fue maravilloso o que con la clase de literatura por fin lograron descifrar lo que la vida quiere para ellos o que se sienten iluminados con las enseñanzas de tal o cual autor. No les crean, casi siempre es mentira.
Es responsabilidad nuestra seguir con la tradición de hacer creer que la literatura es un aburrimiento y una pérdida de tiempo. Hace poco descubrí con sorpresa que en un blog alguien le contestaba a un participante que era un "huevón" que se pasaba la vida perdiendo el tiempo con sus lecturas. Aunque me dio un poco de risa porque conozco a quien le pusieron ese adjetivo y que para nada se lo merece, me empecé a cuestionar de nuevo lo tantas veces meditado, ¿no seremos los profesores de lengua y literatura causantes en parte de este concepto de la lectura? ¿No estaremos acostumbrándonos a ese tipo de motes? ¿Qué has innovado si eres profesor o qué innovaciones has visto si eres estudiante en la forma en que te enseñan la literatura?
Con cierta frecuencia he descubierto que hay profesores de literatura que no leyeron más allá de un libro por año, hecho verídico y constatable eh. Pues con razón. Nadie da lo que no tiene y en esto de leer hay que tomarle cariño al asunto y si no, cómo.
Para empezar, se me ocurre que hay que enseñarla para el disfrute, no para la repetición memorística de datos referentes a la obra. Después, disfrutar verdaderamente lo que se predica o si no, no nos lo creerán, es muy notorio cuando alguien finge interés. Partiendo de este nuevo objetivo de disfrutar, así como se disfruta la música y otras artes, entender a través de la lectura y aprender a partir de ella. Los libros tienen tanto por decir. Encierran cuestiones tan cotidianas como las que vivimos hoy y qué decir de los sentimientos. Inspirados poetas se las ingenian para construir poemas que me parecen un reto fenomenal, pues son capaces de dar voz a lo que llevamos en nuestro interior.
No quiero, que conste, eliminar ni los exámenes ni los reportes de lectura o proyectos, no. Lo que cuestiono son las estrategias para llevar a los jóvenes al análisis y entendimiento para luego de recrear, gozar la lectura y no seguir con la honrosa tradición de ser los aburridos profesores de lengua y literatura, un mal necesario y obligatorio en la vida escolar.
Y tú, qué me cuentas
5 comentarios:
Les comparto un ensayo que escribí sobre la relación entre modelo de ensañanza y el español en educación media superior para que me digan lo que piensan.
El bajo nivel que se registra en educación en las instituciones educativas, sean privadas, estatales o de otras formas, evidencia la incapacidad que el acumular erudición ha generado en el aprendizaje. Bástenos el poco o nulo resultado en escritura y en lectura y por lo tanto en español.
Preguntas surgen con relación a lo dicho arriba y la búsqueda de la objetividad ha reducido posibilidades amplias o perspectivas diversas en el abordaje del aprendizaje y no en la enseñanza-aprendizaje como se busca.
A las instituciones educativas como a los profesores, la sociedad les pregunta, qué ha pasado con la enseñanza y qué ha pasado con el aprendizaje.
Enseñar no significa “decir” lo que se sabe, sino posibilitar que el conocimiento sea aprendido y aprehendido de tal modo que el educando conozca y domine el proceso dialéctico de su crecimiento de forma integral u holística desde el gusto por el aprendizaje, rompiendo al mismo tiempo paradigmas impuestos por un mundo que ha visto la necesidad de reflexionar. De acuerdo con Almaguer (cap. 1.3), la teoría y los modelos son organizadores que permiten que el individuo se apropie del mundo. Tanto el modelo como las teorías constituyen en la enseñanza, el conjunto de herramientas con las que el aprendiz se apoderará del conocimiento haciéndolo pasar por un filtro a través del cual la materia o conocimiento será procesado y el individuo lo utilizará en forma adecuada. Es decir, lo construirá. En esa construcción del conocimiento entenderá para después organizar y enunciar todo lo que a través de los sentidos se percibe desde el entorno.
Es cierto que el conocimiento entendido como todo lo verificable que hasta ahora conocemos nos limita a sólo decir nuestro saber y a vivir de espalda al horizonte de la ciencia. Cambiar será el reto. García (2000) ante la pregunta de si se requieren los cambios en educación, dice que cualquier intento que se haga para renovar la realidad educativa deberá partir de una reflexión profunda sobre el tipo de escuela que se propone, es decir, basado en un modelo didáctico deseable. En educación, debemos entender que el conocimiento ocurre contextualmente y hacer que sea aprehendido como un proceso vital para que el estudiante al aprender, también se eduque.
La tarea del profesor es difícil y compleja y lo es más para el profesor de lengua, pues en él parecen recaer todos los males que se derivan de una severa incapacidad para la comprensión lectora, la redacción o la apreciación de la literatura traducida en una aversión todavía mayor por leer y regresar al mismo círculo vicioso. Los modelos basados en el constructivismo parten del siguiente sustento, según lo menciona Ramírez (en prensa) “todo conocimiento resulta de la organización de un conocimiento anterior y toda nueva adquisición que tenga la impronta de la novedad se pone en relación con lo que se ha adquirido previamente”. Es decir, el docente no debe ignorar lo que hasta en ese momento conocen los alumnos, pues serán las bases sobre las que se construirán los otros aprendizajes.
Esto implica un cambio de actitudes y roles muy importante y sumamente urgente si se quiere contribuir desde las asignaturas de lengua y literatura a mejorar esos males que se mencionaban al inicio.
Referencias
Almaguer, T. E. (en prensa). Delimitación conceptual de teorías y modelos. En M. S. Ramírez (coord.), Modelos de enseñanza con la técnica de casos. Documento inédito.
García, F. Los modelos didácticos como instrumento de análisis y de intervención en la realidad educativa. Biblio 3W, 2000.
Ramírez, M. S. (en prensa). Modelos de enseñanza. En M. S. Ramírez (coord.). Modelos de enseñanza con la técnica de casos. Documento inédito.
Disfrutando el leer yo primero, con entusiasmo, he logrado hijos lectores en diversos grados. No es posible hacer leer si no lo gozamos personalmente, ¡y es tan bello! lo que las letras me hagan sentir o imaginar, no lo hará nadie como yo, dándose que con un mismo escrito puede haber tantas versiones como lectores consiga.
Les he enseñado a leer a mis 5 hijos, con la excepción del último que se aburría pero que al llegar al colegio, aprendió antes que nadie de su curso por tener preparadas sus bases conmigo. Linda experiencia también.
Personalmente disfruto la lectura y veo que a la gente menuda le gusta leer. Si hay chicos que odian leer tal vez no debia ser parte de sus deberes sino de sus placeres, una especie de premio. No se como hacen los profesores, no los creo culpables desde mi opinion, claro.
Todos llevamos parte de la culpa como personas que tienen como misión fomentar la lectura para el propio crecimiento. Tal vez en tu país el problema sea menos grave, según vi en las estadísticas se leen varios libros al año en promedio. En México todavía no, pero sé que tanta campaña y tanta comunicación terminarán creando el gusto.
Hola muchas gracias por el texto y también por el link a 4teachers.org... es fantástico creo que me será de mucha utilidad en mis clases de este semetre. Saludos y buen día. Grace
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